Intención Didáctica.
2.2.1 Reflexiones sobre el sentido curricular de un Taller de ética.
a. Identificar el terreno de lo ético en la vida profesional.
Se trata de acostumbrarse a reconocer en la práctica profesional que la ética
es una dimensión siempre presente en estas actividades. Y se puede hacer
por distintos caminos: descubriendo la lógica de medios y fines, constatando
cómo tras el discurso técnico, a veces muy sofisticado, se esconde la opción
por los valores, etc. El objetivo último será, sin duda, juzgar si algo es bueno
o malo éticamente hablando. Pero no está de más detenerse en ese estadio
previo: el de reconocer que toda decisión profesional admite otras
alternativas, y que la opción por una u otra depende de los valores éticos
desde los que se decide y actúa.
b. Crear una actitud positiva hacia los valores que deben presidir la actividad de
nuestros profesionistas.
Se trata ahora de comprender, no sólo que hay valores en juego, sino que no
todos merecen igual adhesión. Evidentemente, llegados a este punto, se
impone un estricto respeto a las convicciones de cada uno. Pero el respeto no
es incompatible con el hecho de que el docente tenga su propia opción
personal, ni con el deseo de que esa opción sea compartida por otros:
naturalmente, no es una opción que se impone, sino que se ofrece, y a partir
de esta oferta se entabla un diálogo con el otro, que beneficiaría no sólo al
alumno sino también al profesor, en la medida en que le obligara a formular y
razonar sus convicciones.
c. Saber armonizar una firme adhesión personal a ciertos valores y una apertura
a otros sistemas éticos vigentes en nuestra sociedad.
La apertura al pluralismo ético sola puede derivar en un cierto relativismo
ético; la firmeza de las propias convicciones sola corre el peligro de caer en la
intransigencia. Ese equilibrio es inestable, frágil, dinámico.
d. Ofrecer un método para el análisis ético de los problemas.
No basta con tener intuiciones éticas al juzgar la realidad y tomar las
decisiones. La complejidad de muchas situaciones y el hecho de que
frecuentemente las decisiones tienen que ser compartidas son dos
circunstancias que exigen una cierta disciplina para estudiar los problemas
hasta llegar, según los casos, a tomar una decisión o a pronunciar un juicio
ético. Todo esto no se improvisa, y un Taller de ética debería ofrecer no sólo
criterios, sino también procedimientos y técnicas para ese análisis, así como
ocasión para ejercitarlas y reflexionar sobre ellas.
2.2.2. Reflexión sobre la incorporación curricular del Taller de ética.
a. La opción que hoy se va imponiendo de incorporar la ética aplicada o
profesional como una asignatura curricular en los diferentes estudios
profesionales tiene ventajas innegables. La principal, el reconocimiento de la
ética como una disciplina científica, con una racionalidad muy diferente a la
racionalidad técnica. Y junto a eso, la apuesta por la dimensión ética de la
realidad como algo que forma parte del estudio de cualquier parcela de la
actividad humana: con otras palabras, si se quiere por ejemplo conocer una
ingeniería en todas sus dimensiones, no se pueden olvidar la reflexión ética y
los valores que están en juego en su ejercicio profesional.
b. Hay quienes temen que una asignatura de ética aísle excesivamente las
consideraciones éticas del resto de la formación profesional y preferirían que
la formación ética se incorporase en todas las asignaturas y fuera
responsabilidad de todos los profesores. En teoría esta solución es la que
mejor integra que lo ético forma parte de toda realidad profesional. Pero tiene
también algunas desventajas.
Desde el punto de vista práctico, es problemático pensar que todo profesor va
a estar dispuesto a asumir esa responsabilidad o que se va a encontrar
preparado para ello. Pero incluso hay algunas dificultades de principio:
porque así diluida en todas las materias, será poco probable que los alumnos
perciban que la ética es un saber, una saber hacer y un saber ser que tienen
su propia racionalidad y su método específico; más bien corre el peligro de
diluirse en consideraciones morales y de buenas costumbres que se añaden
al estudio de cada tema o problema.